viernes, 6 de noviembre de 2009

Que es la libertad...

De las luchas por la libertad y la justicia siempre se narran los hechos, pero se evita exponer las causas que las motivan

Un 4 de noviembre, América vio sorprendida la más grande rebelión contra la injusticia. Mucho se ha escrito y comentado sobre ella, pero siempre “objetivamente”, es decir, narrando los hechos pero evitando mencionar o escondiendo adrede las causas por las que aconteció.

Fue en 1780, mucho antes de la Revolución Francesa (1789) y poco después de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de 1776.
Lo más importante, es que no fue conducida por un criollo (europeo nacido en América) sino por un nativo de este continente, quien en sus declaraciones mostró su gran sentido político.
En el manifiesto que al día siguiente publicó aclaró que su objetivo era "cortar el mal gobierno de tanto ladrón que nos roba la miel de tantos nuestros panales". Y resaltó: "Campesinos, los patronos no comerán más de nuestra pobreza". Recordó que las injusticias son actos contra "nuestra sagrada religión católica", y que se proponía suprimir tanto desorden y que "cesen tantas ofensas a Dios".
Esas injusticias a que se refería eran las reducciones, los repartimientos y sobre todo la mita. De cada 100 hombres que bajaban a las minas sólo retornaban 20 (debían cumplir 10 meses de trabajo en la mita minera. La mita pastoral era de cuatro meses).
Fue la justicia su credo, y siendo lo más injusto la esclavitud, dijo en uno de sus decretos:
"Y como cada uno de por sí tiene experimentado el riguroso trato europeo, todos han de apoyarme y han de desamparar totalmente a los chapetones, y aunque sean esclavos a sus amos, quedarán libres de la esclavitud en que estaban. Los contraventores sufrirán el rigor más severo, aunque sean clérigos, frailes".
Descendiente de Felipe Túpac Amaru, a quien el virrey Francisco de Toledo ajustició en el Cusco el año de 1572, nació el 19 de marzo de 1740. A los 23 años se convirtió en cacique de Surimana, Tungasuca y Pampamarca. A los 25 años fue reconocido como legítimo heredero del inca Túpac Amaru.
En representación de varios caciques pidió una y otra vez la abolición de la mita, pero nadie le hizo caso. Los indios tenían que caminar 200 leguas para llegar a las minas. Muchos morían; y los que regresaban era para volver a ser expoliados. Les elevaban los impuestos cuando querían.
Hacia el año 1779 el ánimo de José Gabriel Condorcanqui estaba ya muy herido por el rechazo a sus peticiones y por el mal trato. Hasta que decidió sublevarse.
El resto es la historia clásica que puede hallar fácilmente.
Después de su derrota y durante su enjuiciamiento, a la pregunta de quién era el responsable de la sublevación, su respuesta fue: "Nosotros somos los únicos conspiradores. Vuestra merced por haber agobiado al país con exacciones insoportables, y yo por haber querido libertar al pueblo de semejante tiranía".
Fue ajusticiado y descuartizado el 18 de mayo de 1781, después de ver morir a su esposa, dos hijos, otros parientes y a sus capitanes, y soportar crueles torturas.

Los sentimientos que despiertan la vida y acción de José Gabriel, fueron hermosamente descritos por Alejandro Romualdo Valle Palomino, poeta y periodista peruano, ganador del Premio Nacional de Poesía en 1949. Aquí su obra:

Canto Coral a Túpac Amaru, que es la Libertad

Lo harán volar con dinamita.
En masa, lo cargarán, lo arrastrarán.
A golpes le llenarán de pólvora la boca.
Lo volarán: ¡y no podrán matarlo!

Lo pondrán de cabeza. Arrancarán sus deseos,
sus dientes y sus gritos.
Lo patearán a toda furia. Luego lo sangrarán:
¡y no podrán matarlo!

Coronarán con sangre su cabeza:
Sus pómulos, con golpes. Y con clavos sus costillas.
Le harán morder el polvo.
Lo golpearán: ¡y no podrán matarlo!

Le sacarán los sueños y los ojos.
Querrán descuartizarlo grito a grito.
Lo escupirán. Y a golpe de matanza, lo clavarán:
¡y no podrán matarlo!

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Querrán descuartizarlo, triturarlo, mancharlo, pisotearlo, desalmarlo.

Querrán volarlo y no podrán volarlo.
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos, cuando se crea todo consumado, gritando: ¡Libertad! sobre la tierra, ha de volver.

Y no podrán matarlo.




Por otro lado, Juan José Vega ha escrito sobre José Gabriel:
Era varón de mucho temple. Así lo reconocieron hasta sus rivales. Preso, no desplegó los labios, aunque se le aplicase inauditos tormentos, “en lo que se la ha reconocido un valor bárbaro que admira”. Poco antes del suplicio había expresado, con orgullo, a uno de sus custodios: “No diré a nadie la verdad, aunque me saquen la carne a pedazos”; y cumplió con semejante reto.
En la prisión, conociendo que la rebelión continuaba extendiéndose, trató de fugar. Quiso ponerse otra vez al frente del movimiento al saber que las columnas insurgentes marcharían sobre el Cuzco. Carente de todo, con su sangre escribió un mensaje sobre un trozo de tela arrancado de sus ropas, pidiendo algunos pesos y una lima. Emociona ver la letra vacilante del héroe: usó la mano izquierda dislocada, pues el otro brazo ya estaba roto.
Pero ese gran peruano era tan recio como hábil. Acusándolo, un español de Livitaca le había rendido el mejor elogio:... “No perdona medio para conseguir sus ideas”.
Así era ese Inca a caballo, aquel “Inca-rey”, de quien unos versos criollos dirían que “sólo trata con rigor/ al europeo tirano/ al patricio fiel, humano/ ampara y hace favores/ sin distinción de colores/ es con todos muy amable”, décimas que se guardan en la Biblioteca Nacional de Madrid y que prueban la humanidad del gran caudillo andino, su anhelo de un Perú de todas las sangres, con todas las razas. Sin odios ni prejuicios, tan largamente cultivados por los opresores de entonces. (Ver: takillakta.org/rcpal/article/197)

Nota de Redacción:
Durante las reclamaciones de José Gabriel, y poco antes de su sublevación, en 1775 comienza oficialmente la guerra de independencia en el norte de América, cuyo desarrollo inicial fue claramente de dominio inglés, pero su curso cambiaría cuando tras la Batalla de Saratoga, primera gran victoria de los rebeldes, Francia y posteriormente España entrarían en guerra apoyando a los independentistas estadounidenses.
Al año siguiente, se redacta la famosa Declaración de Independencia de los Estados Unidos.

martes, 29 de septiembre de 2009

Peruanicémonos

Saludos cordiales a todos mis paisanos, nacidos en la Selva, Sierra o Costa, orientándonos de Este a Oeste, de Oriente a Occidente o, más mejor (como dicen en mi tierra), según nos alumbra el Sol, y así romper el esquema tradicional y centralista de Costa, Sierra y Selva.
Tal vez a algunos –o muchos– no les agrade que los llamen "paisanos", porque ser paisano en nuestro país equivale a serrano, indígena o provinciano. Por ello no sé como llamar a los que habitan la ciudad capital, porque limeños limeños no son, ya que la mitad son migrantes provincianos y la otra mitad somos los hijos de éstos. (En primera instancia escribí "son los hijos...", tratando de excluirme, como solemos hacer muchas veces)
Y es que éste es uno de nuestros mayores problemas, siempre tratamos de ser o sentirnos diferentes al resto de la “chusma” que nos rodea. Por eso, algunos se sienten peruchos y otros peruvianos, cuando en realidad todos somos peruanos, pero nos cuesta aceptarlo en toda su dimensión. Aunque si estamos ante cámaras, nos convertimos en patriotas y patrioteros.

Nos cuesta identificarnos con los nuestros, por ello los excluimos o nos excluimos.
Así, si somos de piel blanca choleamos a todo el mundo y, si el apellido nos descubre por lo autóctono, decimos que es de origen italiano o de otro país europeo a fin de ponernos un sello de distinción. Si somos de piel oscura, negra, o seria –como dicen algunos para no ofender–, hablamos como brasileños o portorriqueños, o nos vestimos como ellos; o, en todo caso, vociferamos que a nosotros nos vendían como esclavos pero a los indígenas los trataban peor que a perros porque no valían ni mela, los daban como encomienda.

Pero lo que sí resulta insoportable es que un mestizo serranee a todos sus vecinos por el solo hecho de tener estudios, un negocio, vivir en zona residencial o haberse pintado el pelo, porque el queso se le sale por todos los poros del mismo modo que la cara de mote y el cuerpo de papa lo descubren. Y se hace difícil de soportar, porque el muy tonto cree que por comprar importado, con tarjeta y en dólares, algo de “americano” se le va a pegar.

Jamás cambiará nuestro país si no cambiamos nosotros. Por eso, hoy mismo, mírese en el espejo, descúbrase y acéptese, porque ése que ve allí es usted, el mismo que vemos nosotros y como nos ven en el extranjero, donde creen que por el solo hecho de ser peruanos, hablamos quechua y tocamos muy bien la quena y la zampoña. Recuerde el gran mandato: ¡Conócete a ti mismo!!

¡Peruanicemos el Perú!, ya es tiempo que entendamos que tenemos y debemos de hacerlo nosotros, pero para ello tenemos que peruanizarnos nosotros. Vamos, decídase, hágalo por sus hijos, POR LOS SUYOS Y POR LOS NUESTROS, porque son ellos los que recibirán lo que dejemos.

Que pueda volver a escucharse: ¡Vale un Perú!, como expresión de grandeza, de lo inigualable.