En la década de los
90 la ambición de poder de los gobernantes transformó en sicarios a muchos
periodistas aprovechando su mediocridad y debilidad moral, y en mercenarios a
la mayoría de los propietarios de medios de comunicación
Hoy es evidente que gran parte de la prensa todavía muestra
los síntomas del amarillismo y que añora el tiempo en que le hicieron creer que
era el “cuarto poder” de la nación, y por eso hace pataletas y boicotea toda
acción de transformación que favorezca al pueblo, porque responde a intereses
subalternos, egoístas, antipatrióticos. Tiene la marca de la bestia en la
frente.
En realidad, esta falsa “prensa independiente” es solamente
la herramienta de grupos de poder para mantener desinformados, entretenidos,
estupidizados a sus lectores, pero “felices” porque les “entrega a precio de regalo”
láminas educativas, cuentos, recetas de cocina, colecciones de libros o discos
compactos (CD), y además realiza sorteos
gratuitos de automóviles y dinero. Como en la canción me pregunto: “¿Y cómo lo
hace? ¡Yo no sé! ¿Cuál es el negocio? ¡Sepa usted!”, porque la mayoría se
quedan colgados en los quioscos y no se venden a pesar de su bajo precio.
Aunque hay algunos que tienen gran acogida, a pesar de que en nuestro país se
lee poco. Para colmo, ¡circulan 26 diarios y varios semanarios!
¿Proxenetismo, prostitución o pornografía? |
La televisión transmite noticiarios cuando la mayoría de la
población se prepara para ir a trabajar o a estudiar, así que no puede apreciarlos,
pero a la hora estelar en que podría hacerlo se brinda novelas, concursos de
canto, enfrentamientos entre varones y damas, y los escándalos y chismes de la
farándula. Lo actual, trascendente, orientador y educativo brilla por su
ausencia. El canal del Estado debería ser una alternativa, pero no hay la
intención ni la decisión de serlo. Para colmo se difunden muchos errores y
horrores, pues la mayoría de medios han eliminado a los correctores y
disminuido la calidad del contenido.
Un roce y lloran, son intocables
Los comerciantes de la información se rasgan las vestiduras y
hacen gran alharaca si alguna autoridad pretende regular su actividad, y sus
accionistas, relacionados, favorecidos, proveedores y auspiciadores gritan al
unísono; defienden con ferocidad “su” libertad de expresión o de opinión, pero
se vuelven ciegos, sordos y mudos (aunque ríen por dentro) cuando atropellan los
derechos ajenos, especialmente los de sus trabajadores.
¿Negocios son negocios o también tienen "pacto"? |
Narran morbosamente los accidentes de tránsito, asesinatos,
violaciones, violencia de género; anuncian catástrofes, siembran pánico y
terror con endemoniados y vampiros; resaltan el machismo, la degeneración sexual
y usan comercialmente la figura femenina; y mientras en una página dan consejos
familiares, en otras –sin descaro–
promocionan a prostitutas, adivinos y hechiceros. Esto es lo que entienden por
libertad de expresión.
Se expone a la niñez. No hay fiscalización. |
Los derechos de los niños, adolescentes, damas pudorosas,
creyentes de alguna religión o la sensibilidad de personas con valores morales
les importan un rábano. Como los mafiosos de las películas de “El Padrino”,
repiten hipócritamente: “No es nada personal, sólo son negocios”, y
tranquilamente van con sus familias a orar.
Raza de víboras
Piden y exigen que se diga la verdad, pero crean, inflan, tergiversan
o esconden noticias si les pagan por ello. Las mañas aprendidas durante el
fujimontesinismo no las olvidan.
Gobernaba Toledo cuando
comencé a laborar como corrector de textos en el diario que hoy dirige
un rabioso extremista de derecha que dinamita todo lo que huela a cholo,
andino, nativo, proletario, o parezca rojo, colorado, rosado, antiimperialista,
nacionalista o zurdo, cuya frase “nosotros los pensantes” muestra su esencia
facista, su soberbia por creerse superior y su desprecio por “los otros”. En la
época a que me refiero, dicho diario peleaba el primer lugar en lectoría.
Un día de aquel entonces, en una extensa nota se informaba
sobre las denuncias hechas contra una lotería grande porque su millonario
premio mayor no había salido en más de un año. Había sido ubicada en la página
central y por su importancia merecía ser parte de la portada. “Es la noticia”,
me dije al terminar la corrección final. Media hora después me trajeron
nuevamente la central, pero había sido modificada y el artículo en mención ya
no estaba. Creí que para resaltarla sería publicada en una página delantera.
Al día siguiente, al revisar el periódico, me quedé
asombrado porque esta noticia se esfumó, pero en cambio ¡había sendos avisos
publicitarios de la lotería de marras! Intrigado revisé los demás diarios, pero
en ninguno había siquiera una línea, aunque sí estaban los mismos anuncios. Una
noticia como esta tendría que haber repercutido por varios días, pero en la prensa
escrita, en la radio ni en la televisión pude captar una pizca. Poco después
los puestos de venta de este sorteo comenzaron a disminuir y desaparecieron sin
levantar ni dejar polvo.
De prensa popular a
pluma rentada
Los diarios “Ultima Hora”, “Extra” y “El Popular” causaron
sensación y tuvieron gran éxito por su estilo para presentar las noticias, pero
la aparición de “El Mañanero” en 1992 deformó los conceptos. Se dejó a un lado
la objetividad para rebuscar en la vida íntima de los protagonistas y hacer
especulaciones y triangulaciones.
“La noticia es una mercancía. Sólo hay que saber venderla”, es
la sentencia que caracteriza a este seudoperiodismo, que en su ignorancia cree
que “espectáculos” significa “espectar culos” y exacerba los apetitos sexuales
de sus lectores con sus imágenes. (Aclaro que no existe el verbo espectar, aunque hay periodistas que
usan este barbarismo en vez de presenciar, admirar, ver, asistir, contemplar)
Se vende muerte, demonios y escándalos. |
Como el gobierno de turno necesitaba apoyo popular para la
reelección, los oportunistas crearon varios diarios, que se quedaban colgados
en los quioscos pero que cumplieron la misión de destruir, desprestigiar o
aislar a los opositores del régimen.
Juan Gargurevich anota lo siguiente en su artículo “La
Prensa Chicha” (1):
"(…) El hecho es que en pocas semanas de
campaña Fujimori saltó de la anécdota a competir con Vargas Llosa, quien hasta
ese momento era considerado virtual ganador.
Fue el
triunfo, dijeron, de un “outsider”, un recién llegado, elegido por masas que
habían sido ignoradas por los observadores.
Uno de
los productos de aquella etapa de convulsión social y política fue la nueva
prensa “chicha” que aprendió a colaborar con la televisión sensacionalista, es
decir, a reflejar en la prensa a los personajes populares, dramas de los
noticieros, etc. de la llamada “pantalla chica”. Se acentuó entonces el
triángulo Lector-Televisión-Prensa Chicha.
Pero
también, y esta fue una de las características más saltantes de la etapa, la
prensa chicha fue utilizada políticamente por el Gobierno, llegándose a
extremos inéditos tanto en la historia general del periodismo como de la
política. (…)
Varios
diarios de corte “chicha” aparecieron en esos años combinando las noticias
habituales de vedettes, escándalos y violencia, con campañas contra los
enemigos políticos del régimen. Los periodistas que se prestaron a dicha
práctica tenían la garantía de que nunca serían procesados porque el
fujimorismo y el Servicio de Inteligencia también controlaban al Poder
Judicial.
Gracias a
esa impunidad circularon diarios de bajo precio como “El Mañanero” (1992), “El
Chino” (1995), “La Chuchi” (1996), “La Reforma” (1997), “El Tío” (1998), “El
Chato” (1998), “La Yuca” (2000), todos subvencionados por el gobierno, según se
ha sabido con absoluto detalle después, cuando la Justicia recuperó su
independencia y fue posible llevar a los Tribunales a los acusados por
corrupción."
Se supone que preso el “Chino” y el “Doc”, y encarcelados
los que se vendieron a ellos, estas prácticas desaparecerían, pero si los
síntomas continúan es porque el mal persiste. La podredumbre, el pus, está
debajo de la costra, y hay que sacarla para sanar nuestra sociedad.
(Continuará)
Nota:
(1) Ver: http://blog.pucp.edu.pe/item/24665/la-prensa-chicha-juan-gargurevich